En ningún sitio como en África es tan patente el negocio de las farmacéuticas y cómo limitan la salud de millones de personas y lastran la economía de los países más desfavorecidos. John Le Carré se hizo eco de esta realidad en su magistral novela “El jardinero fiel”, llevada al cine hace unos años. Otros directores y escritores también pusieron el foco de atención sobre esta alarmante realidad. Cada vez que alguien ha vapuleado a la opinión pública haciendo ver cómo las farmacéuticas se aprovechan de su poder para ganar un dinero inmoral, la industria ha respondido con medidas “paliativas” que no son más que un lavado de cara a ojos del gran público.
Las industrias farmacéuticas manejan cada año un negocio que mueve miles de millones de euros, suponiendo un duro golpe para las economías con menos recursos, pero también para administraciones como las españolas que ven cómo se escapan sus presupuestos en sanidad hacia los bolsillos de los gigantes de la medicina. Las patentes son la principal fuente de ingreso. El uso de medicinas diseñadas para atender todo tipo de enfermedades y dolencias llega a ser prohibitivo. Con este dinero acrecientan los muros de sus monopolios e impiden la entrada de nuevas empresas, propiciando un control absoluto sobre los precios de medicamentos esenciales.
Contra este vapuleo se han levantado organizaciones no gubernamentales y gobiernos, llevando el caso ante la OMS y la Organización mundial del comercio, a fin de poner coto a las patentes. Las casas farmacéuticas investigan y crean medicamentos básicos para la salud mundial, que rápidamente protegen con patentes para evitar que puedan fabricarse a precios razonables. De esta forma se garantizan los beneficios y condenan a la población más pobre a no poder acceder a remedios eficaces para enfermedades que sí son de todos.
La solución pasa por el uso de medicamentos genéricos. A lo que se oponen las farmacéuticas, alegando que invierten en investigación y ensayos durante años y los genéricos se aprovechan de su trabajo. Tal es la situación que a menudo se han retenido envíos de genéricos hacia países subdesarrollados, con la justificación de proteger los derechos económicos de las grandes empresas, que se aprovechan de los males comunes para llenar sus propios bolsillos. De momento la principal baza de las farmacéuticas es haber conseguido tildar a los genéricos como ineficaces y que la población se crea la mentira.
Desde el centro de desintoxicación Narconon Mediterráneo apoyamos una vida libre de drogas, narcóticos y medicamentos en exceso, que lo único que hace es enriquecer aun más a las casas farmacéuticas.
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